miércoles, 14 de marzo de 2012

Boletin 1

Equilibrio dentario y salud

Es deber del odontólogo, no sólo la prevención del bienestar dental sino también el equilibrio de la oclusión y de la relación que ella mantiene  con los otros sistemas: esquelético, muscular y respiratorio, actuando no sólo en el plano físico sino también en lo psíquico de cada individualidad.
Los diversos aspectos y transformaciones en la vida de un niño pueden influir en la disposición de las coronas dentarias en los arcos. El comprender las complejas relaciones de la disposición de los dientes en la boca, su formación normal o patológica, exige un exhaustivo estudio del alma humana y sus relaciones con el desenvolvimiento en el cuerpo físico.
La oclusión, es decir la disposición correcta o incorrecta de los maxilares, así como la respiración y la posición de la lengua son factores importantes en el normal desarrollo del infante.
Cuando un niño presenta alteración en su formación dentaria, se encuentra alterado el eje de su columna, la disposición de su pelvis y la planta del pie.
Los labios y la lengua son el primer contacto que tiene el ser humano con el mundo. El amamantamiento juega un papel preponderante en la activación de los músculos y el desarrollo de los huesos de cráneo y cara que contribuyen a la disposición correcta de los arcos dentarios.
El bebé tiene los arcos palatinos planos, presenta lo que se llama deglución infantil –lengua baja-, la que puede mantenerse aproximadamente hasta los tres años. A partir de allí la lengua debe elevarse para la correcta deglución y en este elevarse, moldear el arco dentario, caso contrario el paladar se vuelve estrecho, ojival o plano .
Los labios son haces musculares que generan una fuerza centrípeta; si no fueron debidamente ejercitados generarán una mordida abierta.
Al nacer, con la primera respiración, comienza el proceso de individualización que el cuerpo acaba de adquirir. Este caudal de aire debe ingresar por la nariz para que la oxigenación sea correcta. En el caso de los niños con respiración bucal o mixta se produce embotamiento y falta de concentración. La columna cervical se ve obligada a compensar la incorrecta inspiración, dando lugar al llamado “cuello de cisne” que desencadena una alteración general de la postura.
Para la visión de la Antroposofía, el maxilar superior representa la cabeza, por lo que guarda estrecha relación con el pensar, y el maxilar inferior se corresponde con el sistema metabólico, es decir, con las extremidades y la voluntad. Una mordida correcta expresa el equilibrio de ambos polos.
Los niños entre siete y doce años presentan un marcado desarrollo en su formación ósea y es la etapa en la que el odontólogo especialista en ortodoncia y ortopedia puede con mayor facilidad moldear las discrepancias maxilares, reestableciendo la armonía entre ambas arcadas.
Para el odontólogo de orientación antroposófica, los dientes son expresión viva del arquetipo del hombre donde lo espiritual muestra su obra.
Annabelle Pin
                       Odontóloga de orientación antroposófica.
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Nuestro amigo el estrés
La Naturaleza  nos ha dotado de maravillosos mecanismos de defensa, ya sea de acción espontánea o elaborando estrategias de acción. Así es, como ante la presencia de un león, nuestra mente rápidamente reacciona evaluando la situación, por ejemplo, si tenemos elementos, lo podemos enfrentar, de lo contrario debemos huir. Para poder hacerlo, nuestro Sistema Nervioso, principalmente algunos núcleos localizados en la base del cerebro, descarga una catarata de neurotransmisores (químicos que transmiten información), y hormonas que actúan en todo el Sistema Glandular, de tal modo que en fracción de segundos, todas las células de nuestro cuerpo “saben” del peligro y se disponen a actuar, los sentidos se agudizan, el corazón late más veces, aumenta la frecuencia respiratoria para llevar sangre oxigenada a los órganos donde más se necesite, el hígado saca glucosa de sus depósitos para enviarlos a los músculos, corazón, cerebro etc.; a su vez otros sistemas  disminuyen al máximo su actividad, tal es el caso del Aparato Digestivo, el Sistema Inmune, y el Aparato Reproductor.
En realidad, uno no anda ni enfrentando ni huyendo de leones muy a menudo, pero aunque parezca mentira, el león sabe disfrazarse de cosas cotidianas, que también nos mortifican y a veces paralizan, como por ejemplo, nuestro jefe, cónyuge, hijos, padres, el dinero que no alcanza, proyectos fracasados, enfermedades propias o de seres queridos ….
Cuando la situación en poco tiempo cede, nuestro cuerpo se encarga de eliminar las toxinas producidas, pero cuando el agente estresante no cede, se superan los mecanismos naturales de desintoxicación, acumulándose residuos por un lado, mientras que por el otro, el pobre Sistema Inmune claudica, dando lugar a cualquier tipo de enfermedad infecciosa o degenerativa, desde lo más simple hasta las mortales.
Hay estrategias simples para disminuir el estrés, porque por ejemplo la ingesta de  carnes, lo muy salado, lo dulce, café, mate, té común, tabaco, los juegos competitivos, pasar más de 4 hs. sin comer, no respetar el descanso, lo refinado (azúcares o harinas refinadas), el no tener proyectos en la vida, todo esto favorece el estrés, mientras que la actividad física moderada, los ejercicios de relajación, la ingesta de verduras y frutas, respetar el descanso, lo disminuyen y ayudan a equilibrarnos.
                                                                                                Dra.  Rosa  Giunchi

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La  Fiebre en la infancia


La fiebre no es sólo el aumento de la temperatura corporal sino un proceso en el cual interviene el individuo en su totalidad, para fortalecer su propia esencia a través del calor.
Es sabido que las enfermedades febriles son más frecuentes y mucho mejor toleradas en la infancia que en el resto de la vida. No obstante, los adultos se inquietan ante el niño febril y el temor puede dar lugar a la fobia, paralizándose así el adecuado accionar frente al niño.

La fiebre en sí no es una enfermedad ni tampoco es productora ni causa de ninguna. En ciertos niños se dan convulsiones febriles, que, aunque asustan mucho, son comprobadamente inofensivas. No dejan secuelas, duran pocos minutos y los antitérmicos no son muy útiles en su prevención. Aparecen entre los 6 meses y los 6 años, en general antes de los 2 años, en niños con una predisposición genética para padecerlas.

La fiebre, muy por el contrario de ser una enfermedad, favorece la curación y actúa como remedio: ayuda a la eliminación de virus y bacterias y colabora con la puesta en marcha  y coordinación del proceso inmunológico frente a infecciones.

En general, la fiebre va acompañada de malestar, pérdida de líquido y aumento en el consumo de energía. Abordando un tratamiento racional de la fiebre, el objetivo es obtener el mayor confort y beneficio para el niño. Es preciso acompañar más que tratar la fiebre; el tratamiento pasará por el adecuado manejo de la enfermedad de base. Es imprescindible el acompañamiento y la contención del adulto, asistido a su vez por el pediatra de cabecera.

Para el adecuado cuidado del niño febril es importante tener en cuenta algunas consideraciones. El aumento de la temperatura corporal produce gasto de líquido y de energía; ofreciendo jugos de fruta, infusiones de hierbas con miel, caldos etc. se va compensando esta pérdida. Es importante limitar la ingesta de proteínas, ya que al “quemar” el organismo las propias, se sobrecargaría la eliminación de los desechos. Los escalofríos muestran que el organismo esta queriendo ahorrar calor o bien producirlo a través de la contracción muscular; en ese momento no conviene la aplicación de nada mas frío que la temperatura corporal .

Naturalmente debemos respetar el gradiente de temperatura que existe en el cuerpo: la cabeza es la parte más templada; en el abdomen, el calor se manifiesta en todo su esplendor. Si la cabeza está caliente, es útil aplicar paños enfriados con agua y jugo de limón. Si los pies estuvieran fríos, deberán ser calentados para así favorecer el equilibrio térmico. Es esta estabilidad térmica la que produce el bienestar en el niño y esto no se logra exclusivamente administrando antitérmicos.

La medicina de orientación antroposófica ofrece medicamentos adecuados para establecer la estabilidad calórica que fortalece al niño desde todo punto de vista. Siempre se dijo que los niños crecen con la fiebre, pero el verdadero crecimiento se evidencia además en aspectos no tan objetivables.

En definitiva, aspiremos a tener la mejor alianza con la fiebre, tratando de fortalecer al individuo y no sólo combatir los supuestos agresores, que muchas veces en realidad no lo son.

Segundo José Santillan
Medico Pediatra

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Terapias físicas
desde el punto de vista antroposófico

Las terapias físicas tienen su fundamento en el concepto ampliado del ser humano en cuerpo, alma y espíritu, y la correlación sana o patológica de estos principios.
Los tratamientos son globales, ya que cuanto más universal es una medida, tanto más elevado será su accionar en la búsqueda de un cambio, de una modificación que lo lleve a la curación.
Éstas no son técnicas rígidas, sino prácticas que requieren de una comprensión terapéutica individual. Son maniobras que generan calor, y éste participa en todo proceso curativo, como así también el ritmo. El ritmo es lo que actúa para volver a armonizar o equilibrar fuerzas vitales.
La enfermedad constituye una crisis, pero tiene un mensaje: debe servir para facilitar al paciente generar algo nuevo dentro de sí mismo, ya que si no hay transformación, no hay curación.

Los tratamientos básicos son el Masaje rítmico y la Hidroterapia.
En el MASAJE RÍTMICO se busca a través del ritmo el equilibrio o armonización de los cuerpos suprasensibles, en un abordaje desde afuera en el acontecer corporal.
En la HIDROTERAPIA, los efectos terapéuticos del agua dan posibilidad de actuar, ya que el organismo se ha desarrollado hasta el nacimiento en ella, siendo ésta su elemento vital. En el agua, el cuerpo se libera de la gravedad; el agua lo alberga y actúa en la consciencia del hombre. Las fuentes de agua caliente son rejuvenecedoras, activan las fuerzas vitales y provocan la actividad propia curativa de cada persona para hacerse cargo de la función perturbada.

En cada enfermedad se oculta una tarea; cada enfermedad aporta una posibilidad de desarrollo, y si se logra dar con ella, hará que la persona salga fortalecido.

Lic. Mirta Zambelli
Kinesióloga
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EL  DÉFICIT DE ATENCIÓN:  UN DESAFÍO PARA PADRES, DOCENTES Y PROFESIONALES

Todos los seres humanos venimos al mundo con potencialidades a desarrollar o, lo que es lo mismo, con necesidades que el medio nos tiene que satisfacer. Según cómo esas satisfacciones (o insatisfacciones) vayan llegando, el niño irá organizando lo más básico de su personalidad: sus sentimientos. Y son estos los que dictan las maneras en que el sujeto actúa. Lentamente, en el curso de años, se va estructurando además el pensamiento, que a medida que se amplía se va haciendo cargo de la actividad -lo que desde afuera definimos como conducta.
Las (in)satisfacciones determinan constantemente los sentimientos. Los sentimientos determinan qué caminos sigue nuestro pensamiento. Y nuestros pensamientos -conscientes o no- determinan nuestra actividad. Es sólo este producto final, nuestra acción, lo que el ambiente define, recorta, enjuicia, como conducta.
Respecto de todos nuestros seres queridos, incluidos nuestros niños, haríamos bien por tanto en tener en cuenta no sólo el por qué de su actividad y cómo modificarla, sino particularmente sus necesidades primordiales y nuestra capacidad para satisfacerlas, sus sentimientos y sus formas de pensar.

La actividad es motora, muscular. Al comienzo de la vida, el sujeto acciona y reacciona globalmente, con toda su masa muscular, con todo su cuerpo. A lo largo de años aprende a definir qué partes de su musculatura pondrá en juego cada vez. Así, un lactante reacciona más globalmente que un escolar, y éste más globalmente que un adulto.
En ocasiones, incluso a pesar de que los padres han creído dar a su hijo todo, ciertas necesidades no son satisfechas como deberían. El niño usa entonces su musculatura -al principio toda ella- para permanecer alerta a la satisfacción imprescindible. Ese estado de alerta aumenta el tono de los músculos, algo muy importante para la sobrevida: Si la satisfacción no llega, me la tendré que procurar. El estado de aumento de la tensión muscular en todo el cuerpo se llama ansiedad.
Porque el niño pequeño aún no aprendió a autocontrolar sus músculos, la tensión le hace moverse y, porque es pequeño, se mueve todo: Visto desde afuera, categorizamos esa conducta como “inquietud” o “hiperactividad”, y la enjuiciamos: Debería poder controlarse, decimos, desconociendo que para autocontrolarse requeriría primero la satisfacción de sus necesidades, de modo de generar sentimientos tranquilizadores, pensando así pensamientos armónicos que den lugar a una actividad propia de alguien que está satisfecho y se siente bien: ausencia de tensión generalizada, ausencia de ansiedad.
Porque desconocemos estos factores es que le exigimos quietud, y el círculo se cierra: Al exigir aumentamos su insatisfacción y su ansiedad, y recurrimos a lo peor: La coartación externa de su actividad, para que se quede quieto. Estarás insatisfecho, pero quieto. Esta coartación que sólo atiende a la conducta se llama castigo. En todos los casos, siempre, el castigo es antipedagógico, antiterapéutico. Produce miedo, no satisface nunca.
Finalmente, con los años, el niño podría lograr el control de la musculatura, pero sus sentimientos y pensamientos continúan ocupados en tratar de mejorar a los ojos de sus padres y maestros: Es un niño pre-ocupado por cosas más importantes que los contenidos escolares: sus relaciones con sus seres queridos, su opinión sobre sí mismo...
Otra vez categorizamos su actividad, la enjuiciamos como conducta: Porque atiende a otra cosa (y no a mí) digo que desatiende, y lo culpo y lo castigo por ello. Tanto me desespera que no avance por los carriles dispuestos por la sociedad que haré cualquier cosa por obligarlo a atender al afuera, incluso medicarlo.
Como la medicación aumenta la atención (para eso ha sido pensada, nada más que para eso), su rendimiento puede mejorar. No su felicidad, pero sí su rendimiento. A veces, el niño se ve mejor: ahora se comporta como los adultos quieren, obtiene las notas que debe para progresar. A veces, ese logro disminuye algo su ansiedad, y se aquieta su musculatura.
El diagnóstico psiquiátrico “déficit de atención” se coloca demasiado fácilmente. Pero la realidad es que científicamente es extremadamente difícil establecerlo en un niño. Seriamente, es un diagnóstico infrecuente. Y aún en ese caso, debe recordarse que se trata de un diagnóstico estático: Es una foto de lo que el niño presenta a la vista de los demás, de su actividad actual que los otros entienden como “su conducta”. No es un diagnóstico dinámico, no se interesa por el interior del niño y su historia personal.
Pero somos seres humanos en desarrollo. Siempre tenemos necesidades a satisfacer, sentimientos, pensamientos. Y ansiamos que los que nos quieren se den cuenta, y nos ayuden a satisfacernos.
Como padre / madre, docente, profesional de la salud yo debería preguntarme: Este otro que sufre, ¿qué necesita? ¿tengo yo la satisfacción que busca? ¿Puedo calmarlo y volver a congraciarlo con la vida?
Porque si estuviese satisfecho se sentiría bien, podría armonizar su pensamiento, y despreocupado de su situación podría hacer lo que todos los seres humanos hacen alegremente cada vez que pueden: aprender.

PROF.  CARLOS  G.  WERNICKE
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Propiedades de las lentejas

Recomendables en los casos de diabetes, debido a que sus hidrato se absorven lentamente.

Son anti-anémicas por su alto contenido de hierro fácilmente asimilable

Son una buena fuente de proteínas, sobre todo si se combinan con grano integral

Ayuda cuando hay enfermedades cardíacas a bajar niveles de colesterol y grasas.

--- Para mejorar su digestibilidad conviene cocinarlas con algo de algas Kombu o con especies como comino, tomillo y acompañarlas con ensalada de hongos

Hamburguesa de lentejas

--100 gs. de lentejas                     --100 gs. de harina de maíz

--un trozo de alga Kombu             --1 cebolla--1 diente de ajo

--1 taza de pan integral rayado      --1 zapallito rayado

perejil, pimienta, comino, orégano, aceite de oliva de 1º presión / frío y sal marina.

Enjuague las lentejas y remoje por dos horas (con algas Kombu si es posible)

Cocínalas con el doble de agua y una pizca de sal, a fuego lento y tapadas hasta que estén tiernas

Escurra y coloque en um bols con la cebolla, el ajo (previamente rehogados), perejil picado, zapallito y pan.

Condimente con sal , pimienta, comino y orégano. Mezcle con cuchara de madera; si hiciera falta agregue un poquito de agua, para darles forma de hamburguesas pequeñas.

Cubra el fondo de una asadera con harina de maíz y coloque encima las hamburguesas y de vueltas para que se impregnen de ambos lados. Cubra el fondo de otra asadera con aceite, coloque en ellas las hamburguesas y cocine con horno caliente 20 minutos.

Sirva acompañada con ensalada  verde, de radicheta, apio y lechuga y otra de rabanito y zanahoria rallada.


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